El ingrediente de Vainilla pura de Madagascar es exclusivo de La Cigale y un ejemplo del espíritu con el que Carlos Lorenzo construyó este emprendimiento de helado artesanal. Los helados sorbete como el de frutilla al agua son elaborados con fruta natural, lo que les da un exquisito sabor artesanal. Los preferidos por los clientes son también el bombón Rocher, Lemon Pie, Pistacho, Crema de Avellanas y Cacao, además de los tradicionales best sellers de todos los tiempos: chocolate, dulce de leche granizado o frutas tropicales.
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UNA GRAN OPORTUNIDAD
La Cigale fue creada por los hermanos Urrutia, también fundadores de Cantegril y la Chicharra. En 1969 fue comprada por Carlos Lorenzo, padre de Magdalena Lorenzo, quien está hoy al frente de las heladerías mejorando la elaboración artesanal, ampliando sabores y trabajando sobre el producto. A lo largo de los años han aumentado las sucursales pero la cualidad de lo artesanal sigue más vigente que nunca.
Carlos estuvo siempre relacionado al rubro gastronómico. Tenía, antes de adquirir la heladería, varios restaurantes en Buenos Aires y Montevideo y decidió incursionar en el rubro del helado artesanal, haciendo hincapié en la producción artesanal y materias primas de primer nivel.
La sucursal de Brandzen y Requena fue la primera y la original, además abierta hasta el día de hoy. En 1970 abrieron la segunda sucursal ubicada en el barrio de Pocitos (Roque Graseras y Scosería), con un crecimiento continuo que generó que, al día de hoy, La Cigale ya cuente con 18 sucursales.
APRENDIENDO CON LOS REFERENTES
La Cigale creció siempre gracias al amor hacia los procesos artesanales y la referencia al gelato italiano. Interesado en su proyecto, Carlos visitaba año a año la Feria de Rimini, ubicada en el norte de Italia, donde conoció a varios maestros italianos con los cuales se capacitó. Allí logró inspirarse durante años para ir incorporando innovación: otras formas de exhibición del producto, comunicación, materias primas desde su verdadero origen, y principalmente degustar nuevas combinaciones de sabores a partir de las cuales supo crear las suyas.
Uno de sus referentes fue el maestro heladero Pino Scaringella, quien lo ayudó a traer nuevos sabores que nunca habían llegado a Uruguay. Hasta el día de hoy, La Cigale sigue atentamente las tendencias en heladería y pastelería del mundo para renovarse constantemente en términos de ingredientes, materias primas y formas de exhibición de sus helados. La innovación de esta última temporada ha sido el sabor Creme Brulée, inspirado en el tradicional postre de la gastronomía francesa que fue llevado a helado, y fue recibido de forma excelente hasta por los más exigentes de sus consumidores.
LA CONSTANTE INNOVACIÓN
El ingrediente de Vainilla pura de Madagascar es exclusivo de La Cigale y un ejemplo del espíritu con el que Carlos Lorenzo construyó este emprendimiento artesano. Los helados sorbete como el de frutilla al agua son elaborados con fruta natural, lo que les da un exquisito sabor artesanal. Los preferidos por los clientes son también el bombón Rocher, Lemon Pie, Pistacho, Crema de Avellanas y Cacao, además de los tradicionales best sellers de todos los tiempos: chocolate, dulce de leche granizado o frutas tropicales.
La visión es la de mantener la esencia artesanal que siempre tuvo La Cigale, mantener la innovación en todas sus áreas y cuidar al máximo la experiencia del cliente para que pasarse por la heladería siga tratándose de una experiencia excepcional en todo sentido. Su helado artesanal es elaborado a partir de materias primas naturales, sin la utilización de colorantes y saborizantes artificiales, siempre considerando a los buenos ingredientes como lo primero. Con eso, La Cigale logra recetas únicas y sensorialmente equilibradas en sabor, textura y color.
Con sucursales con más de 60 años de presencia en algunos barrios, la heladería se ha convertido en un clásico para las familias que lo han acunado como una tradición propia. De generación en generación, desde los más grandes hasta los más chicos ansían el paseo de fin de semana para pasarse por la Cigale más cercana a su barrio. Tan solo un ejemplo de estas tradiciones es el ansiado “último día de clases” para los más pequeños, que suelen coronarlo con un postre helado para celebrar el fin de cursos.